lunes, junio 12, 2006

Sueños Lúcidos

Vía El Sentido de la Vida leo un interesante artículo sobre Sueños Lúcidos. No es la primera vez que leo al respecto, pero sí es la vez que más claramente lo he visto explicado.

Básicamente, un sueño lúcido es aquel en el que el soñador es consciente de que se encuentra en un sueño. Como, al fín y al cabo, los sueños son producto de nuestra mente, el hecho de que el soñador sepa que se encuentra en un sueño le permitiría manipularlo en cierta medida. Podrías imponer tu voluntad sobre el proceso onírico. Una de las aplicaciones más interesantes, según este sistema, sería el poder "interrogar a tu subconsciente" sobre un problema que se le plantee durante el sueño.

Como con todo, para conseguir resultados positivos hay que practicar y entrenarse. Nada (positivo) se consigue sin esfuerzo.

No he tenido el gusto de experimentar esta técnica (durmiendo una media de cinco horas al día no da para mucho), pero he de reconocer que tengo una curiosidad tremenda, tan apegado como estoy al Arte de Soñar.

No dejéis de leer el artículo porque además de bien claro, está desprendido de ese aura de espiritualismo y Nueva Era que siempre rodea al tema de los sueños lúcidos, cosa que es de agradecer.

martes, abril 18, 2006

La casa inundada

En la casa inundada es de noche,
En la casa inundada, viven los muertos
pero yo estoy vivo,
y aun no se. que es lo que pasa.

Estan en la cocina
saben que no deberian estar ahi
y por eso se callan
sonrien y estan felices, lo que dure
te miran y sonrien, lo que dure
por eso no preguntan.

Aunque yo no se porqué.

Si los quieres ver ves a la cocina
Ahi estan mi madre y mi padre
tu padre y tu madre
y mas gente, contenta.

Y estan contentos, te miran y te hablan
sentados en la mesa de la cocina.
se encogen de hombreos y se sonrien,
esperan la hora de cenar y miran la tele.

Mi madre lleva unas pinzas en la mano
esta cocinando algo.
Unos estan vivos, otros estan muertos.
Los muertos viven en la cocina.
NO se si pueden salir, ellos tampoco.
por eso salen con cuidado, y enseguida vuelven.

Hablo con mi madre
mi padre esta leyendo el periódico
junto a la nevera.
Mi padre pasa de todo.

Hablo con mi madre
MI madre esta contenta,
esta ilusionada.
Salimos al jardin a buscar algo,
quiere q la acompañe.

Puedes hablar con ellos
pero de "eso" no se habla,
no parece estar prohibido,
pero de "eso" no se habla
¿y si al hablar, desaparecen?

El Vendedor de Viajes vive en el en el garaje
Dice que mi madre le roba las tenazas.
Me lleva abajo donde esta la escalera, ahora sumergida
me cuenta cosas de un viaje absurdo
donde la gente juega a un juego de mesa
con muchas cartas, muchas reglas y muchos tableros.
insiste. Tu madre me roba las tenazas.

Me voy, alguien me llama.

Mi hermano esta en la cocina
no quiere salir por si se rompe la magia
me mira sonríe, y se encoge de hombros.
Yo aun no lo comprendo.

Quiero salir al bar que hay al otro lado del rio
se lo digo a mi hermana, tambien quiere ir.
pero siempre pasa algo y nunca lo consigo.

Me pongo a jugar al ping pong contra la pared.
en el porche al lado de la cocina.
Alguien pasa por la calle,
y pide una pelota de ping pong encalada.
Me gustaría contestarle,
yo le oigo pero no lo veo,
y no se la puedo dar,
la pelota es mia.

La casa es nuestro antiguo chalet,
en la eliana,
El jardin esta inhundado
y han salido pequeñas montañas y valles
que sobresalen de la inundacion.
Puedes recorrer el jardin, sin mojarte.

Desde la montaña mas alta, se ve todo
veo la casa del vecino
Los vecinos estan contentos
han montado una parque de atracciones en su jardin,
esta lleno de atracciones por las esquinas.

La casa esta inhundada.
el jardin esta inhundado
dice mi hermano que por aguas negras
Yo las veo transparentes.

Maria tb se iba a dar una vuelta
pero se queda metida dentro de la aguas
que inundan el jardin.
Quiere que baje y la acompañe.
bajo y el agua me llega por las rodillas.
Mejor, no cubre.

El vendedor esta otra vez en el garaje
esta preparnando la barbacoa
me vuelve a decir lo mismo
tu madre me coge las tenazas.
le miro como diciendo ¿y que?
el me lleva a las brasas,
me enseña un hueco y me repite
TU MADRE. TU MADRE.

y entonces, no se porque, me doy cuenta....

En la casa inundada viven los muertos.

lunes, septiembre 19, 2005

Azul

18 a 19 de Septiembre de 2005

Es de noche, y una vez más nos disponemos a salir de marcha. Esta vez iremos a una de las discotecas del lugar. Somos un grupo variado de gente, tanto chicos como chicas, en un número de unos siete u ocho. Vamos a la estación del pueblo, donde cogeremos eltren hasta nuestro destino. Este pueblo con calles empinadas, tranquilo como pocos.

Se respira un buen ambiente, desenfadado, jovial y con sana camaradería. Animados, llegamos a la estación, donde cogemos el tren.

Estamos ya en la discoteca. Es curioso, pero no veo por ningún lugar la pista, ni se oye la estridente música característica. Se parece más a un pub de ambiente oscuro, cuya única luz, proveniente de lugares indeterminados, tiñe de azul lo que no es sombra. Me veo solo, no se dónde está la gente, pero es normal cuando entras en una discoteca.

Y allí está ella. Reclinada como si estuviera en un diván, me hace una seña y me saluda. Y su mirada me sugiere, y su voz me invita. Ella me llama por mi nombre, me invita a acompañarla, pues está sola. Joven, de unos dieciocho años, o puede que menos, de pechos breves, puedo ver su piel azul y negra, puedo ver sus pechos semidesnudos, puedo ver su vello, y, sobre todo, sólo yo puedo verlo, pues se cubre recatadamente para los demás, y sugestivamente para mí. Charlamos, nos abrazamos y acariciamos, nos besamos, nuestras manos nos exploran. Es joven, pero sus gestos, sus caricias, su mirada conocen más sobre la vida que su pronta belleza.

Sintiéndonos observados, ¡cómo no!, decidimos cambiar de ubicación, a un lugar algo más discreto. En esta discoteca hay un mapa donde podemos ver en qué zonas de la misma hay mayor densidad de gente, y buscamos el lugar más apartado y más recluido, pues hacer el amor necesita de intimidad. Y lo encontramos. Cruzamos la discoteca a través de una maraña de butacas atestados de gente, de pasillos atestados de gente, de rincones atestados de gente (¿dónde está la música?), hasta alcanzar nuestro destino.

El rincón elegido da al aire libre, acaba la discoteca en un terraplén, como si no estuviera terminada, o simplemente como si esta zona estuviera en obras. Vemos la valla exterior, notamos la brisa nocturna, y el cielo nocturno no ayuda a disipar, sino añade más, el azul del ambiente.

Reanudamos las caricias, los apagados susurros, pero nos damos cuenta que ni siquiera aquí estamos a salvo de las miradas. Es entonces cuando sentimos una mirada. Un hombre, de unos treinta y cinco, quizás cuarenta, moreno, algo corpulento, y con pobladas patillas a la moda, clava su mirada en mi acompañante. Por primera vez veo luz que no sea azul, y viene del suelo.

Ella parece reconocerle, y cubriéndose se aparta de mí, al tiempo que el hombre se acerca con paso decidido. Ella está asustada, y yo me interpongo entre los dos. El no dice ni una palabra, pero blande una jeringuilla de cristal hacia ella. Yo se que en ella hay cocaína, y que es para ella. El la espeta, la coarta para que se inyecte la jeringuilla, pero yo lo evito. Entonces él opta por clavármela a mí, y lo intenta dos o tres veces, farfullando palabras rudas, pero consigo esquivarle. Entonces ella se hace con la jeringuilla, sale corriendo, y yo con ella, y entre sollozos murmura negaciones y se resiste, pero la tentación es mayor que su fuerza de voluntad. Y aquí es donde se rompe la magia, donde ella pasa a un segundo, tercer, cuarto plano.

Más desanimado que roto por la situación, decido que la noche ha llegado a su fin, y me veo de nuevo en la estación de ese pueblo, con mis amigos y amigas, mi animado grupo. Se respira un buen ambiente, desenfadado, jovial y con sana camaradería. Y subimos de nuevo las empinadas calles...


Me he despertado sereno, con el regusto que me queda después de un sueño que se me antoja inolvidable. Ha pasado más de un día, y todavía puedo sentir la dulzura de su piel, el azul de sus formas, el sabor de su piel, el olor de su juventud...

Si no fuera porque los sueños y las sensaciones tienen sabor, me costaría infinitamente más recordarlos.